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El uso de metáforas en la batalla de las ideas económicas

Mauricio León

La metáfora es un recurso retórico que traslada el significado de una cosa a otra diferente pero que guarda alguna semejanza. La Economía está repleta de ellas. Una metáfora conocida es la mano invisible de Smith, referida tanto en La teoría de los sentimientos morales como en La Riqueza de las Naciones. En esta última, Smith la emplea para decirnos que los individuos que buscan su propio interés, guiados por esta mano invisible, terminan promoviendo también el interés social. Curiosamente, la metáfora de la mano invisible fue usada por el escritor Cortázar en su cuento Las manos que crecen: “…se sentía liviano y sostenido por las manos invisibles de la satisfacción física”. Para Cortázar es una mano invisible que sostiene, para Smith, una que guía. Pero la mano de Smith no solo es invisible, sino que también crece y esparce las políticas de libre mercado en cada rincón del planeta.

Algunas metáforas han rebatido otras metáforas. La tragedia de los comunes, formulada por Hardin en 1968, refuta la mano invisible aplicada al control de la población. Según Hardin, el crecimiento poblacional dejado a la libre voluntad de la gente, que busca su propio beneficio, conduciría al agotamiento de los recursos naturales renovables de libre acceso. Para Hardin, como en la tragedia griega, la esencia de la tragedia de los comunes no está en la infelicidad producida por el agotamiento de los recursos naturales, sino en la acción humana que conduce a ella: la sobreexplotación de los recursos. Ostrom mostró en 1990, en El gobierno de los bienes comunes, que, si se acuerdan ciertas reglas institucionales, la acción colectiva de los recursos naturales renovables con características de bienes comunes puede garantizar su sostenibilidad, por lo que la tragedia no sería algo inexorable.


‘Maldiciones’ y ‘enfermedades’ han azotado también a esta ciencia lúgubre (dismal science) llamada Economía. Otro literato, Arturo Uslar Pietri, en 1936, en Sembrar el petróleo, mencionó que “en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productiva del pueblo venezolano en condiciones excepcionales”. Asimismo, en la literatura económica, Auty acuñó en 1993 la metáfora de la maldición de los recursos (resource curse). Tanto esta maldición, como la metáfora de la enfermedad holandesa formulada por The Economist en 1977, han influido en la discusión sobre las causas que provocan que los países ricos en recursos naturales presenten, bajo ciertas circunstancias, menor crecimiento, democracia y desarrollo que los países pobres en recursos naturales. La literatura empírica ha mostrado que ni la maldición ni la enfermedad son destinos inevitables y que la geopolítica y el tipo de instituciones, políticas y actores son claves.


El campo de batalla de las ideas económicas está sembrado de trampas. Una de ellas es la ‘trampa del ingreso medio’, refiriéndose a países que se encuentran estrujados entre otros dos tipos de países: aquellos pobres de salarios bajos que dominan las industrias ya maduras, y aquellos ricos innovadores que dominan las industrias de rápido cambio tecnológico. Otra trampa es la del bajo crecimiento, y hace referencia a los países atrapados en el patrón de especialización primario exportador y en la insuficiencia de innovación y desarrollo tecnológico. En ambas, la tasa de crecimiento económico es insuficiente para converger hacia los niveles de ingreso per cápita de los países más desarrollados. Serían las políticas industriales y tecnológicas las que facilitarían la convergencia.


Unos ven el vaso medio vacío y, otros, medio lleno. La literatura económica se ha preocupado también en cómo hacer que la maldición se transforme en bendición, en cómo prevenir la enfermedad o cómo escapar de las trampas. En todos estos casos se requiere la mano visible del Estado, la sociedad y las políticas públicas. Ojalá que en el contexto actual, algún economista, invocando a los ‘espíritus animales’, aquellos que según Keynes urgen a la acción antes que a la inacción, imagine una metáfora que impugne las ideas preexistentes y sugiera vías de escape de la tragedia en la que nos ha hundido la pandemia del Covid-19. Ya decía también Keynes que tarde o temprano son más peligrosas las ideas que los intereses creados.


Mauricio León es oficial de asuntos económicos de la División de Recursos Naturales de la CEPAL.

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